PRÓLOGO

Federico Plaza Piñol
Director General de Farmacia y Productos Sanitarios

El proceso de cambio que está experimenando la farmacia asistencial en España y en el resto de países occidentales se remonta a la última década, pero ha sido en los últimos años cuando esta evolución ha alcanzado un grado de repercusión profesional suficiente como para testimoniar que es ya un hecho firme y fundado.

En todos los cambios hay momentos en que se crean incetidumbres importantes, que provocan debates y hacen aflorar múltiples posibilidades y teorías a veces difíciles de cohesionar. El desarrollo de la nueva farmacia, orientada a las necesidades del paciente que utiliza medicamentos, no ha sido ajeno a esta experiencia enriquecedora de que surjan diversas interpretaciones a la hora de llevar a la práctica una teoría que, sin duda, debe adaptarse a las condiciones concretas del entorno.

La Dirección General de Farmacia y Productos Sanitarios ha sido testigo de las iniciativas que los profesionales han emprendido, y ha respaldado decididamente el avance de la farmacia en su acercamiento al paciente, siempre respetando la labor del médico, en el convencimiento de que es beneficioso para el ciudadano que el farmacéutico se implique más y mejor en el servicio que presta.

La implicación de la Administración en este movimiento surgió como respuesta a la demanda de los propios farmacéuticos, que acudieron a las Autoridades Sanitarias solicitando la colaboración en la implantación del nuevo modelo de ejercicio profesional.

Desde el primer momento hemos sido conscientes de los enormes esfuerzos que han realizado para modificar su ejercicio actual. Sin rupturas, partiendo de una base firme de servicio al ciudadano, se ha dado un paso adelante con el soporte que el avance de la ciencia y el conocimiento han aportado. Los problemas relacionados con los medicamentos son considerados en algunos sectores como la patología emergente, cuya prevención y resolución pasa por mejorar el uso que de éstos se hace. Esta revelación ha calado hondo en la profesión farmacéutica. Y su respuesta ha sido aceptar el compromiso y ofrecer soluciones, en cooperación y tratando de integrar sus servicios en la asistencia multidisciplinar, siempre en beneficio del paciente.

Pero, como decía al principio, en este proceso ha habido momentos de incertidumbre y de debate, que aparentemente ha revelado diferencias en el camino correcto a seguir para la generalización de esta práctica orientada hacia el paciente. Esta diferencias se han constituido a veces en barreras artificiales, tanto entre los propios farmacéuticos como ante los otros colectivos, que han observado el nacimiento de la Atención Farmacéutica, a veces con escepticismo, y a veces con desconcierto. Convencidos de que toda divergencia, lejos de ser un problema cierto, es algo enriquecedor y propio de una profesión, y de que todos los planteamientos tienen grandes dosis de convergencia, la Dirección General de Farmacia y Productos Sanitarios propició el establecimiento de unos criterios comunes que sirvieran de base y referente para todo desarrollo posterior, criterios que sirvieran de base y referente para todo desarrollo posterior, criterios obtenidos por la vía del consenso.

Este punto es de gran importancia, ya que la presente monografía no pretende ser algo imperativo, y obviamente carece de entidad normativa. Pero innegablemente tiene un peso específico importantísimo, precisamente por tratarse de un documento emanado de
« abajo hacia arriba », creado, discutido y diseñado por los propios profesionales, y contar además con el respaldo de las Autoridades Sanitarias.

Cuando este proyecto comenzó en el seno de la Dirección General se tuvo la conciencia clara de que, si bien escribir unas pautas para la práctica desde un despacho era algo relativamente fácil, no era esa la vía adecuada para conseguir un documento de utilidad práctica. Se inició entonces la intensa labor de búsqueda y profundización en el conocimiento de la realidad entonces existente, contactando de forma directa con farmacéuticos de oficina de toda España, conociendo su labor y su interpretación de los posibles elementos a integrar en la práctica. Además se revisaron todo tipo de publicaciones, talleres, cursos, e iniciativas emprendidas en muy diferentes ámbitos, como el académico, el asistencial, o la investigación. Toda esta labor permitió hacer un esbozo de la situación, y fue el punto de partida para la creación de un grupo de trabajo específico sobre Atención Farmacéutica.

Con satisfacción puedo decir que una de las tareas más difíciles entonces fue el diseño de ese grupo, dado el elevado número de candidatos que a nuestro criterio tenían gran experiencia y criterio en esta disciplina. La búsqueda de un equipo operativo nos hizo decantarnos por no convocar a más de doce personas para las reuniones de trabajo, aunque cada una de ellas supuso a su vez una pequeña red de comunicación con otros profesionales, en un efecto multiplicador de las aportaciones al consenso.

Otro criterio importante fue el conseguir una representación lo más variada posible en cuanto a factores como la distribución geográfica, buscando la participación de profesionales de diferentes comunidades autónomas y pertenecientes a grupos de trabajo distintos. Se tuvo en cuenta además la inclusión de los principales ámbitos de ejercicio profesional, con representación mayoritaria de la Oficina de Farmacia, pero implicando desde el principio a la Farmacia Hospitalaria, la farmacia de Atención Primaria y la Universidad. Se decidió añadir a estos sectores la visión de la Inspección Sanitaria, concienciados de que su aportación complementaría a los anteriores desde un enfoque disitinto. Finalmente, y pese a que por tratarse de un trabajo de contenido meramente técnico, no se convocaron a Instituciones sino a expertos, se consideró imprescindible contar con la representación del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos y de la Fundación Pharmaceutical Care España. Con estos criterios, y con información de más de doscientos profesionales, se constituyó finalmente el Grupo de Consenso autor de este trabajo.

Durante siete meses, los doce expertos convocados para este proyecto han acudido a reuniones periódicas en el Ministerio de Sanidad y Consumo, trabajando activamente en la documentación y búsqueda de soluciones y puntos de encuentro a los problemas planteados.

Sé positivamente que el esfuerzo ha sido importante, y que el acuerdo no siempre ha sido alcanzado con facilidad, pero también que el documento finalmente presentado no es un pacto de mínimos, de esos que a menudo al final contentan a nadie. El propio grupo ha realizado un esfuerzo enorme de cohesión y de creación de elementos básico robustos, avanzando sin presiones hacia soluciones que convencieran a todos. Ha sido un trabajo en equipo ejemplar, y creo que el resultado está a la altura de lo esperado.

Evidentemente se trata de un punto de partida, de una cuestión abierta, como es propio de un documento técnico consensuado entre profesionales. Confío en que ayudará a que la implantanción generalizada de la Atención Farmacéutica está cada día más cercana, porque es lo mejor que podemos desear a los ciudadanos españoles que consumen medicamentos.